Especies invasoras, responsabilidad de todos
Estoy convencida de que todos habéis visto, leído u oído alguna vez que las especies invasoras constituyen una de las mayores amenazas a la diversidad biológica en todo el planeta. Lo que no sé es si todo el mundo tiene claro el alcance tanto del problema como de los términos especie invasora y diversidad biológica. Por eso, me gustaría compartir con vosotros este espacio dedicado a definir y delimitar ambos conceptos, poner cara a algunos de estos invasores, a las causas de su existencia, las consecuencias de su presencia sobre los ecosistemas naturales y, lo que considero mucho más importante, el papel que todos nosotros jugamos en este proceso.
Definiendo términos: ¿qué es una especie invasora?
Empezaremos diciendo que una especie invasora es aquella que ocupa con éxito un territorio al que no pertenece de forma natural y al que ha llegado gracias a la ayuda del hombre. “Ocupar con éxito” significa no sólo sobrevivir sino también reproducirse y dispersarse por sí sola, es decir, formar poblaciones en crecimiento que van ocupando progresivamente las áreas próximas al punto donde ha sido introducida. De este modo, una especie invasora comienza sus andanzas en una región nueva gracias a la acción humana, pero es capaz de tomar las riendas de su propio destino, proliferar y llegar tan lejos como la naturaleza le permita llegar.
Quizás a simple vista cueste identificar el problema que conlleva este hecho. Pero existe y es grande, muy grande y tremendamente difícil de solucionar. Pongamos como ejemplo al visón americano para clarificar las cosas. El visón americano (Neovison vison), como su propio nombre indica, es una especie originaria de Norteamérica, pero desde el siglo pasado se ha criado en granjas peleteras en diferentes puntos de Europa y algunos de Asia. Los escapes accidentales y las sueltas deliberadas de animales producidas en estas granjas constituyen el desencadenante de una de las invasiones biológicas más graves que existe en la actualidad. Esos ejemplares escapados o liberados han accedido a los ríos, han sido capaces de sobrevivir en ellos, alimentarse, encontrar refugio, criar y crear una población que a día de hoy se extiende desde la Península Ibérica hasta China, ocupando los cursos de agua de gran parte de Europa y Asia. El hombre introdujo al visón americano en granjas en algunos puntos concretos, pero una vez libre, él sólo ha sido capaz de ocupar los ríos y extenderse a lo largo y ancho de todo el Viejo Continente.
¿Cómo afectan las especies invasoras a la biodiversidad?
La diversidad biológica, por su parte, constituye un concepto un poco más complejo. Representa toda la variedad de la vida, desde la información contenida en los genes hasta los organismos completos y sus interrelaciones. La diversidad biológica de un ecosistema se encuentra constituida tanto por el número de especies que lo componen como por la abundancia relativa de cada una de ellas. A priori, la presencia de especies invasoras en un ecosistema parece contribuir al incremento de la diversidad biológica ya que suma nuevas especies a las ya existentes. ¿No? ¿Cuál es el problema entonces? Fundamentalmente que la presencia de esas especies rara vez resulta inocua, sino que suele presentar un grandísimo efecto sobre las especies autóctonas, las que pertenecen a una región de forma natural.
Volviendo al ejemplo del visón americano, hemos comentado cómo llegó a Europa, pero aún no sabemos si resulta perjudicial para nuestra fauna. Desgraciadamente la respuesta a esta cuestión es un sí, alto y rotundo. Para empezar, diremos que constituye una importantísima competencia para el visón europeo (Mustela lutreola), una especie autóctona muy similar en aspecto y forma de vida que se encuentra en grave peligro de extinción (catalogado En Peligro Crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza desde 2011). El visón europeo es un poco más pequeño que el americano, menos agresivo, menos tolerante a la contaminación, la degradación o canalización de los ríos, más especialista en la alimentación y vive en solitario. En las zonas donde ambas especies se encuentran, el visón europeo va perdiendo terreno frente a los grupos de americanos, se queda sin alimento, sin refugio y no puede hacer frente a los invasores, reduciéndose sus probabilidades de supervivencia y de reproducción. Por otro lado, los visones americanos constituyen un peligro para algunas de las especies de las que se alimentan, como la rata de agua (Arvicola sapidus) o el desmán de los Pirineos (Galemys pyrenaicus), ya que su elevadísimo número hace que la presión de depredación pueda ser insostenible en el tiempo. No es lo mismo para las poblaciones de presas de una zona concreta abastecer de alimento a uno o dos visones europeos que a 10 ó 20 americanos. Si no se frena la expansión del visón americano a través de los ríos europeos, no sólo podría llegar a extinguirse el visón europeo sino también muchas otras especies de las que se alimenta.
A la larga, la expansión de especies invasoras empobrece la diversidad biológica no sólo de una región concreta sino de todo el planeta, provocando el declive e incluso de extinción de otras especies. De este modo, las invasoras van sustituyendo a las autóctonas, se van volviendo más cosmopolitas, van ocupando más cantidad de lugares y pueden generar una uniformidad en los ecosistemas de todo el mundo: las mismas especies presentes en todas partes. ¡Éste es el gran riesgo!
Especies invasoras en España
Sólo en España existen más de 110 especies invasoras entre plantas y animales, así como otras tantas que, aunque no se consideran invasoras aún, sí que tienen la potencialidad de llegar a serlo si son puestas en libertad en nuestros ecosistemas, como por ejemplo la iguana verde (Iguana iguana) o los famosos peces guppy (Poecilia reticulata) que tantas y tantas familias tienen en peceras y acuarios. Aquí no vamos a enumerar todas las especies invasoras presentes en España ya que no sólo nos extenderíamos demasiado, sino que además muchas de ellas os resultarían completamente desconocidas (por ejemplo, algunas algas o invertebrados), pero permitidme que cite algunas bastante cotidianas:
- cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii)
- cangrejo señal (Pacifastacus leniusculus)
- mejillón cebra (Dreissena polymorpha)
- caracol manzana (Pomacea canaliculata), muy típico en acuarios y peceras particulares
- diversas especies de peces gato (grupo Siluriformes)
- rana toro (Lithobates catesbeianus)
- serpiente del maíz (Pantherophis guttatus)
- galápago de Florida (Trachemys scripta)
- cotorra argentina (Myiopsitta monachus)
- cotorra de Kramer (Psittacula krameri)
- visón americano (Neovison vison)
- muflón (Ovis orientalis)
- mapache (Procyon lotor)
- incluso el gato doméstico (Felis silvestris catus)
Algunas de estas especies han llegado a nuestras tierras por un transporte accidental, por ejemplo, las ratas negras (Rattus rattus) alcanzaron los archipiélagos Balear y Canario como polizones en los barcos que comunicaban las islas con la Península. Mientras, otras han sido traídas a nuestro país de forma intencionada por diferentes cuestiones:
- Alimentación humana, como algunos cultivos vegetales, nuevas especies de granja o acuicultura.
- Industria peletera, asociada a la fabricación de abrigos con pieles de animales como los visones americanos.
- Industria cinegética, constituyendo nuevas especies de caza y pesca en cotos, como el muflón y el arruí (Ammotragus lervia).
- Parques Zoológicos, formando parte de las colecciones que exhiben y desde donde se han producido algunos escapes. Tal es el caso del murciélago egipcio (Rousettus aegyptiacus) en la isla de Tenerife.
- Mascotas, que en la mayor parte de los casos se han extraviado o escapado, como gatos domésticos, mapaches, cotorras o hurones (Mustela furo), que en España no son especie invasora pero sí en otras regiones como Inglaterra o Nueva Zelanda
Nuestro papel en esta historia
Aunque todas estas cuestiones pueden ser igualmente importantes, me gustaría dedicar una atención especial a la última de ellas ya que no podemos obviar que existe una gran cantidad de mascotas que llega al medio silvestre a través de un abandono o liberación deliberada por parte de sus propios dueños. Nosotros, como ciudadanos, podemos exigir que las granjas ganaderas o peleteras, los cotos de caza y los parques zoológicos cuenten con medidas de seguridad adecuadas para evitar los escapes, pero no está en nuestra mano lograrlo o al menos no directamente. Sin embargo, sí lo está evitar que un animal de compañía sea abandonado a su suerte en “el campo”. Vosotros, nosotros, personas que sentimos una conexión especial con los animales, que los admiramos, queremos y respetamos, tenemos la posibilidad y también la responsabilidad de poner nuestro granito de arena en este asunto. Abandonar una mascota no sólo es un delito y puede conllevar graves problemas ecológicos como los que acabamos de comentar, sino que además constituye una crueldad, un acto de cobardía y egoísmo que antepone por encima de todo la comodidad humana al bienestar de cualquier otro ser vivo. “Voy a soltar a mi galápago en el río porque se ha hecho muy grande” o “me he cansado de él” o “el agua huele muy mal si no la cambio todos los días”. “Tengo que deshacerme del perro porque ladra mucho” o “porque me voy de vacaciones y no tengo con quién dejarlo” o “porque voy a tener un bebé y no quiero que haya pelos por toda la casa”. Y así, podemos encontrar cientos de excusas asociadas a decenas de especies y situaciones diferentes. “La serpiente se ha hecho muy grande y ya no entra en el terrario”, “la iguana come una comida muy cara”, “las cotorras no paran de hacer ruido”, “la gata se ha vuelto a escapar y está otra vez preñada”, “me he aburrido de tener tortugas”, “quiero quitar los peces para poner otro animal más bonito o más divertido”, “mi conejo me muerde y ya no lo quiero”, “mis hijos se han aburrido del hámster”, “el mapache que compramos siendo un peluche ahora es muy agresivo y no consigo que aprenda nada”, “los hurones huelen mal”, “no quiero que el perro me estropeé el sofá nuevo”, y así un larguísimo etcétera.
Señores, señoras, chicos, chicas, niños, abuelos, ¡seres humanos!: cuando adquirimos un animal y le abrimos las puertas de nuestro hogar, adquirimos también la responsabilidad de cuidarlo, respetarlo, velar por su bienestar y darle una vida digna hasta el día de su muerte. Echar el galápago al río, dejar al perro sólo y desvalido en un parque, abrirle la jaula al periquito o dejar unos gatitos recién nacidos en una caja junto al contenedor de basura no es “cuidarlo, respetarlo, velar por su bienestar y darle una vida digna hasta el día de su muerte”. Sé que si estáis leyendo esto es porque vosotros no sois así. Pero lamentablemente vivís, vivimos, en una sociedad donde sí hay personas con semejante conducta. Nuestra responsabilidad es no cerrar los ojos ante este hecho, no ser testigos mudos del mercadeo de animales sin sentido, cabeza ni razón. Por eso hay cosas que todos podemos hacer:
- No adquirir un animal si no estamos completamente seguros de que podremos cuidarlo. Y, a la hora de elegirlo, no pensar únicamente en si es bonito o feo, si es divertido o si seremos la envidia del barrio. Pensemos en sus necesidades, en los años que vivirá y en nuestra disponibilidad para cubrir sus necesidades durante todo ese tiempo.
- Considerémoslo siempre como un miembro más de la familia, especialmente cuando haya que tomar decisiones que nos afecten a todos: vacaciones, cambios de casa, cambios de coche, de vida, hijos, etc. A veces puede ser complicado, pero recordemos que en su día adquirimos un compromiso con ellos de forma voluntaria.
- No regalar un animal, salvo en el caso extremadamente excepcional de que estemos completamente seguros de que la persona que va a recibirlo quiere y puede cuidar de él. Recordad que, al regalar una mascota, regaláis una obligación y una responsabilidad que quizá la persona obsequiada no desee adquirir.
- La esterilización es muy importante, especialmente en el caso de ejemplares pertenecientes a especies invasoras que, si protagonizaran un escape accidental, podrían contribuir al incremento de las poblaciones asilvestradas.
- Adoptemos en lugar de comprar ya que así no sólo estaremos dando un hogar y una vida digna a alguien que lo necesita con mucha urgencia, sino que también contribuiremos a solventar el problema de quienes ya han sido abandonados.
- Tratemos de concienciar a nuestros familiares, amigos, conocidos en esta sencilla idea: “él también es un ser vivo, no lo trates como un objeto”.
- Y, por supuesto, nunca, nunca, jamás, por ningún motivo lo abandonemos. ¡Él no lo haría!